jueves, 27 de marzo de 2014

Permiso por paternidad, la primer oportunidad

Imagínense la siguiente situación: Son las 4 de la madrugada y el bebé comienza a llorar. Veo que mi mujer ni se mueve. Intento despertarla y al hacerlo, recibo un escueto pero directo comentario “ahora te toca a ti”. No entiendo. Me levanto a ver al niño y siento que algo me rodea. Esta claro que debo cambiarle el pañal. Cuando me dirijo al cambiador intentando no hacer más ruido que el llanto de él, me enfrento sin querer al calendario que cuelga de la pared y ahí estaba, indicado con rojo, un gran círculo alrededor del día de hoy. He comenzado mi licencia por paternidad.
Es algo que en mayor o menor medida los padres nos enfrentamos. Lamentablemente muchos no tienen prácticamente la oportunidad de hacerlo. 4, 7,14 días son algunas de las opciones que ciertos países pueden ofrecer. Es que el precio de papa en el trabajo es incalculable pensarán algunos. Sin embargo, hay otros que no piensan así y permiten al padre asumir su rol durante periodos que pueden alcanzar hasta los 3 meses. Existen diversas modalidades que en definitiva sólo expresan la importancia del derecho del niño a que también lo cuide su papá.
Afortunadamente con el nacimiento de mi hija tuve la oportunidad de gozar de esos períodos extraordinarios donde mi rol de papá tomó completa dimensión. Lamentablemente no tuve la misma chance con mi primer hijo.
Es impresionante lograr que el abrazo de papá calme un llanto. Que la confianza que se genera cree complicidad. Recuerdo esos largos paseos empujando el carrito por el parque. Ese movimiento mágico que los hace dormir en los brazos. No puedo olvidarme de los turnos de comida, y su curiosidad por conocer la textura de todos y absolutamente todos los purés y compotas y el consiguiente reguero sobre la mesa y el piso.
Es genial encontrarse en el parque con otros padres donde las conversaciones nos transportan desde el último partido del Barcelona, a la diferencia de manejo de un carrito de tres ruedas con el de 4. No sin antes tocar en profundidad el tema de las vacunas y esgrimir nuestro orgullo al contar que nuestro niño prácticamente no lloró al recibirlas. Es estupendo, no lo duden.
Recordar esos momentos es uno de los mejores ejercicios para recobrar el ánimo que he encontrado.
Esta claro que el tiempo libre de fin de jornada o los fines de semana no permiten dar continuidad y equipararse con la licencia por paternidad para crear un vínculo estrecho con nuestros bebés.
La licencia por paternidad es la primera oportunidad de establecer una relación profunda, extensa y vital con tu hijo. Significa dejar de lado ese rol que dice que cuando el bebé llora, hay que salir a buscar a la madre.

Significa que además de proveer, también sabemos amar y cuidar.

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